Hola, soy Gabriel Horacio Martín y desde siempre sentí un amor profundo e incondicional por los perros. A lo largo de los años, este vínculo me llevó a descubrir algo aún más grande: los perros no son solo compañeros de vida, son guías en nuestro camino de evolución personal y espiritual.
Hace más de 10 años decidí capacitarme para entender mejor esta conexión y poder compartirla con otros.
En 2012 obtuve el título de Instructor Canino Profesional en la Escuela Canina de Bomberos Voluntarios de Rocha. Luego profundicé mi formación en la Escuela Canina Gumi, donde completé las certificaciones de Entrenador Canino Profesional Cognitivo-Emocional y Guía de Terapia Asistida por Perros Cognitivo-Emocional.
Pero mi búsqueda no terminó allí.
Expandí mi visión hacia lo energético y espiritual, formándome como Terapeuta Floral en el Centro de Terapeutas Florales y aprendiendo Lectura del Campo Aúrico con el Método de Sanación Amancay.
Sin embargo, el mayor aprendizaje no vino solo de los títulos, sino de la experiencia profunda junto a los perros.
Con el tiempo, descubrí que cada perro llega a la vida de su humano en el momento perfecto, porque su vínculo ya ha sido pactado a nivel álmico. No es una casualidad: es una oportunidad de transformación.
Aprendí que la energía del niño interno de cada persona está directamente conectada con la relación con su perro.
Los perros no solo conectan con los niños, sino también con esa parte nuestra que lleva heridas emocionales aún no resueltas.
A través de su conducta, los perros reflejan esas energías, conscientes o inconscientes, mostrándonos qué necesitamos integrar o sanar en nosotros mismos.
Viví y sigo viviendo este proceso junto a Oda, mi compañera canina, quien llegó a mi vida en 2020.
Con ella experimenté en carne propia la transformación que ocurre cuando un humano se permite ver su reflejo en su perro.
A medida que avanzamos, la confianza y la conciencia crecen, permitiéndonos soltar ideas erróneas sobre nosotros mismos, sobre nuestro perro y sobre el entorno.
Así, dejamos de intentar controlar lo externo y empezamos a fluir, haciendo la vida más liviana, aunque los desafíos sigan formando parte del viaje.
Entendí también que el apego emocional que sentimos por nuestros perros tiene su razón de ser: es una integración profunda de emociones que se nutre de la interacción mutua.
Sin embargo, cuando ese apego se sostiene en el miedo o la carencia, aparecen los desequilibrios.
Cuando la persona se atreve a enfrentar su propio proceso, el cambio que ocurre es extraordinario.
Lo veo en cada historia, en cada caso, en cada tutor que toma la decisión valiente de conocerse a sí mismo a través de su compañero canino.
Sigo en constante formación y transformación, porque este camino no tiene un final. Siempre hay algo nuevo que descubrir, nuevas herramientas para integrar y nuevos seres dispuestos a dar el salto hacia una relación más consciente y auténtica con sus animales de compañía.
Si sentís que algo en tu interior busca un cambio...
Si intuís que tu perro llegó a tu vida por un propósito mayor...
Si querés formarte desde esta mirada o simplemente iniciar un camino de autoconocimiento acompañado...
✨ Te invito a explorar esta propuesta.
Porque cuando un perro entra en tu vida, no solo viene a aprender de vos... viene a ayudarte a descubrir quién sos realmente.